Zulma va al baño y, sentada en el inodoro, medita sobre ese artículo que leyó recién sobre el rating de los dos canales de tele que más mira. Satisfechas sus necesidades, se para frente al espejo y ahí está.
Rojo y blanco como una escarapela violenta: un enorme grano que ella no había visto se alza titánico sobre su narina derecha, casi llegando a la punta de la nariz.
Zulma lo mira con desprecio y se dispone a ajusticiarlo. Rodea al enemigo con sus uñas esculpidas en rojo que nada combinan con el uniforme azul de la empresa pero que ayer le quedaban divinas con el vestidito ese, tal vez demasiado ajustado y corto para su edad, que usó para salir con "las chicas".
El grano se sostiene, estoico a los embates purpúreos de las largas uñas.
Finalmente, después de una lucha encarnizada que se mantuvo durante cinco minutos, el grano abandona derrotado la ladera de la nariz de Zulma. Una gran marca roja ocupa el lugar donde el habitante no deseado supo afincarse.
Y Zulma, parada frente al espejo, medita sobre la dura decisión que debe tomar: "Salir o no salir del baño".
Porque la roncha no se va.
Y hoy es el día que el contador Jimenez viene a buscar los libros...
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