enero 12, 2006

Cosas

Lugar, Petach Tikva. Telefono. Salgo de auditorio lleno. Hola. Si. Dylan se abrió la pera. No, no la de fruta. La de la cara. 140km/h. Lugar, Kfar Sava. Llevarlo al moked (?) Donde? Petach Tikva. :P Bueno, puteamos y vamos. No es TAN grave el corte.
15:07. No te dijeron que el Ortoped (?) atiende hasta las 3? No, y tampoco me dijeron que iba a tener que quemar el Moked, así que fijate. Hola, no, si. No. El dr dice que puntos ahora no va a empezar porque tiene que ir a otro hospital y que bla. Se las hago corta. El director del moked viene y le escribo en un papel mi nombre y mi telefono y le juro que si no me da una respuesta decente de lo que pasó acá en dos días, se va a acordar de mi nombre para toda la vida. Y el tipo, haciendo gala de un humor increíblemente incosciente, mirando el papelito, me pregunta cómo se pronuncia mi nombre. El grossito ve que me peleo con todos y -un ángel- me dice "papi, ya casi no me duele nada". De ahí al hospital. Volver al hospital de KS me parecía tan pelotudo despues de haber viajado que fui al de PT. El mismo donde le pusieron el yeso hace 2 años.
Lo sientan en una camilla. Queres acostarte? El grossito: no. Le sacan la gasita y le abren la herida con los dedos para ver que tan profundo y bla. Yo, que soy re macho en esas cosas, empiezo a transpirar. Reconozco los síntomas. Sé lo que se viene. Me baja la presión. Tengo que morirme ya. Hay que esperar al cirujano para que cosa (cosa de coser, no de thing). Me enojo mientras me voy desmayando y ahogando en mi propia transpiración. Bilivmi que no queres ver la pera de tu hijo por dentro. Lo escribo y siento como olas de calor sofocante me inundan de nuevo ahora. Se siente bien señor? Claro que no! Un café! Un café! Imagen: papi acostado en la camilla y el grossito sentadito en un banquito al lado, cuidándolo. De película.
Viene otra doctora que en vez de parecer de 16 años parecía mayor. Digamos... 20. Le va a mirar la pera al grossito y -parece que le dijeron qué onda conmigo- me pregunta si quiero mirar para otro lado. Lo hago sin chistar. Dice que se puede pegar. Cuando ya elevaba mi puño para estamparla entendí que se refería al corte de Dylan. Se salvó.
Se lo llevan a otra sala a emparcharlo. Yo no puedo ni acompañarlo. Pechito el grossito que va solo, como si nada. Y les cuenta vida y obra a las doctoras sobre el jardín de infantes y su amigo Shajaf que siempre quiere jugar a lo mismo, eso de ahogar un muñeco en el barro.
Sale emparchado y con caramelos. A mí me vuelve la presión de a poco.
Vuelta a Kfar Saba.
Me acuerdo de cuando a los 7 me volé 3 dientes de un saque al caer contra la baranda de la escalera del colegio. Me acuerdo que el dentista -amigo de la flia- lo llamó a mi viejo para que no se enoje conmigo. Traté de no enojarme con Dylan porque se cayó haciendo algo que le dije MIL VECES que no haga más.
Odio tener razón.

Al margen. La angustia en esos casos es tan grande que todos los valores se trastocan. No se hacen una idea. Y espero que no se la hagan nunca. Porque deseas morirte. Pensas que es mucha responsabilidad tener un hijo y no poder cuidarlo todo el tiempo. Y decís que entonces es un error. Que tener hijos no garpa.
Todo es muy difícil. Todo.

No hay comentarios.: