Hace años, obligado por la presión familiar para respetar la higiene, me vi obligado a buscar uan solución a mi fea costumbre de tomar agua de la botella de la heladera.
Fue fácil: botellitas de cerveza de vidrio, vacías, llenas de agua, que se dejan en la puerta de la heladera y son para mí y sólo para mí.
Tenía un par de cerveza Goldstar pero se fueron rompiendo.
Vino a reemplazarla una gloriosa y pseudoporteña Quilmes.
Hoy le traje compañía, una Corona.
Quién ganó la pulseada?
La Quilmes, definitivamente. La mexicana es muy alta y no entra en el estantecito de la puerta de la heladera.
Y la palabra clave de este post es "estantecito".
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